Te dejo en la puerta de la caverna.
Quieres que siga viendo en blanco y negro,
encadenada a una pared.
Aquí la única sombra eres tú
y las cadenas tus brazos.
Jugaste a Demiurgo,
pero mis ideas no se modelan
ni con cincel,
ni con martillo,
ni con gritos,
ni con órdenes,
ni con golpes.
Ni se encadenan con argollas en los dedos.
Pensarás que me tuviste atada,
que fui tuya.
Nunca entenderás que primero fui del amor,
después pasé a ser del miedo,
de la vergüenza,
del dolor.
Ahora con todas mis ideas brillando
soy simplemente mía.
ROCÍO MORALES MEDINA