Cuando aún
estoy preparando las alas
llega mi
turno para lazarme a volar.
Me animas a
saltar tú que estás
a una
distancia poco comprometedora.
Queda un
pasillo opaco entre nosotros:
la oscuridad
que nos separa.
Desde este
lado escribo en el viento,
que termina
su ciclo desembocando en tu cara,
mis últimas
frases antes de probar el vacío.
Llegará a tu
rostro el mensaje enviado
desde la
cárcel del cielo, y sabrás que te digo:
<<Quiero
que tú me sigas.>>
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