<<El momento más peligroso
llega con la victoria.>> NAPOLEÓN B.
Aquí
seguimos después de todo. Vaya por
delante que yo no pienso ir a ningún lugar,
no soy una de esas ratas que abandonan raudas el barco apenas sienten un
tímido atisbo de zozobra. Tampoco soy
una de las otras, de esas trajeadas que venden palabras melifluas de salvación
y días venideros de vino y rosas mientras degustan un sencillo menú de ostras y
champán (porque es lo único que saben pronunciar de todo lo que hay en la
carta) en un local que no se llama precisamente Bar Manolo.
Son
días delicados. Este mes se presenta repleto
de escollos que salvar. Avanzamos en una
carretera de curvas cerradísimas sin conocer el punto en que el camino se
tornará plácido o, al menos, asequible al estado precario de nuestros
neumáticos. En otras circunstancias
sería grato decir que el capitán y su equipo saben lo que hacen, el lugar al
que vamos, cuando termina la parte mala de la ruta, o que tienen un plan. Pero esto es mucho soñar. Poca lucidez se precisa para comprobar que
todo es improvisación y acatar órdenes que llegan desde fuera de nuestro
vehículo, no para aconsejar sino para imponer.
Voces que hablan una lengua consonante, ruda y sin armonía, como la carretera que
tan mareados nos tiene.
Atrás
queda ese pasado tan cercano en donde estas ratas señoreadas con pose de baladista
clásico y discursos medidos al milímetro (escritos por otros por tener mala
caligrafía y tropezarse en sus propias palabras como los chiquillos) simulaban
traer soluciones efectivas y parecían inquietos por aplicarlas movidos por un
deseo de contribuir a la comunidad, como si se tratase de un acto
altruista. En estas jornadas regresan a mi
cabeza una y otra vez las sabias palabras de Javier Marías como un paciente
mantra que anega mi cuerpo de rabia hasta que termino preguntándome, ¿a qué tanta ansia?
5 paseantes:
Este texto es una excusa para evidenciar lo actual que continúa la reflexión de Marías de hace ya casi un mes. Si no hubiera leído a Javier esta entrada no existiría. Hoy traigo un texto modesto porque tan solo pretendo traer a Marías a mi sitio y acercarlo a vosotros. Mis letras son un puente a sus palabras.
Muy bueno, como siempre, amigo. Fiel reflejo de una realidad que, al menos a mi, cada vez me supera más. ¡Enhorabuena!
¿Recuerdas aquel momento en el que el Titanic se dirigía raudo y veloz hacía un escollo de hielo?
Nuestro destino parece estar compartido con el lujoso barco que se hundió en 1912. Las cosas mal hechas desde el principio, como aquella vez en la que el capitán Smith ordenó "avante toda" pese a tener avisos de iceberg, continuadas simultáneamente con el avistamiento de la masa de hielo por parte de aquel vigía y las obras de contramarcha...
Nosotros estamos en ese momento, en la contramarcha, preparándonos para la colisión inminente que se acerca amenazante.
Por cierto, en ese barco también había ratas y seguro que más de alguna se salvó.
¡Buen texto, amigo!
Muy buena entrada, gracias a ella he podido leer un texto magnifico de Javier Marias, creo que la respuesta a esas ansias la tienes clara, por eso has puesto el dibujo de la rata atesorando el billete, el dinero es lo único que ansían todos estos locos que nos gobiernan. Acabo de actualizar, y la verdad, desde anoche mi esperanza está dando tumbos, soy bastante optimista, pero en este punto, cuesta mantenerse a flote, pero lo intentaremos. Un besote con la moral bajilla, a ver si logro subirla durante la semana. Besitos.
Que venga el flautista de Hamelin y haga una buena limpieza!
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