Entras
sin llamar, te sientas en la misma habitación en que estoy yo, mientras sigo
jugando a proyectar lo que me gustaría ser.
Hablas
en tono de amistad de los temas que vamos abriendo para manosear y dejar sin
cerrar, como papel de regalo rasgado solo para romper el siguiente sin detenerse a mirar el
contenido de las cajas. Entre risas de
dos letras y asuntos conversados de forma superficial, sin darnos cuenta cambia
el tono, las luces se suavizan. La confianza ha entrado, y comienzas a compartir algunos de tus sueños.
Yo sigo a lo mío, en mis trece, hasta que tus palabras escritas, supuestamente
inodoras, incoloras e insípidas, me mojan.
Entonces dejo de ser un espantapájaros, o una estatua de mármol que me
gustan más, para recordar lo que significa ser de gelatina de tanto ponerse en
la piel de los demás, y deseo, con una fuerza que hacía tiempo no me visitaba, que
esos sueños sean vividos pronto.
Todavía
desconozco si tengo demasiados sueños o carezco de ellos. En este momento solo puedo agradecer tu
confianza al compartir algunos de los tuyos.
Mereces disfrutar de tus sueños, mientras tanto protégelos.
3 paseantes:
Deseos tienes que tener a raudales. Verbalizarlos es lo que hace que sean sueños porque mientras son ideas vagas que a uno le rondan.
Y tú qué sueñas?
Ya lo digo en el texto, con mucho y con poco, no lo sé
ARGOS
Publicar un comentario